Un burrito como tú y como yo
Ariol es pura infancia; niños y adultos asistimos al desarrollo de situaciones cotidianas que, a buen seguro, todos hemos vivido; los amigos de la escuela, los profesores, los conflictos entre compañeros, el primer amor, las relaciones de familia.
Este cómic es como ese álbum de fotos que todos guardamos en la memoria, a través del cual podemos recordar anécdotas del niño o niña que un día fuimos. Puede parecer curioso que, a pesar de la diferencia generacional, nos resulte a adultos y niños tan cercano. Estamos ante un cómic atemporal y valiente, que no esconde nada, que no pretende educar en valores, ni enseñar buenos hábitos, ni empoderar a las niñas o a los niños, tan solo mostrar el día a día, la realidad de lo cotidiano, porque de realidad está hecho el mundo y de realidad nos nutrimos, evolucionamos y crecemos.
En algunos puntos me ha recordado a El pequeño Nicolás, pero si algo caracteriza a Ariol es una enorme dulzura e ingenuidad que echo de menos en la conocida serie de libros.
Aún no os he dicho que el protagonista es un burrito azul, hijo único y de familia de clase media. El autor aprovecha el recurso de haber creado una sociedad integrada por familias de distintos animales para, en muchas ocasiones, dar a cada especie el estereotipo que lleva implícito. Así, Ariol es un burro, y le suelen decir que no es muy inteligente, por lo que desea ser como el super-héroe del momento, el “Caballero Caballo, protector de los vasallos”, introduciendo así aspectos como la discriminación o la auto aceptación. Su mejor amigo es un cerdo, Ramono, que acostumbra a mentir y hacer burla de todo. Ramono es quizá la parte más irreverente del cómic, pero desde la más pura inocencia, lo que lo hace enternecedor. Ariol está enamorado de Pétula, una vaca en apariencia engreída pero que en realidad tiene muy poca confianza en sí misma. También hay otros amigos y amigas como Mosquita (una mosca evidentemente), la más inteligente del cole, y cuyos comentarios suelen desarmar a sus amigos por su sinceridad, o Pánfilo, un caballo que es todo lo contrario a lo que se esperaría de su especie…
Este primer tomo está dividido en doce historias cortas, haciéndolo muy asequible para primeros lectores, no solo por la cantidad de letra sino también por otros aspectos muy destacables como son, la tipografía de imprenta o la estructura estable de las viñetas, que facilitan la lectura.
Mi opinión:
En este cómic asistimos, como espectadores, a una realidad sin edulcorar de la infancia, con momentos tiernos y filosóficos, pero también, en ocasiones, con comportamientos que no desearíamos ver en nuestros hijos, o en los adultos que los acompañan. Esto me ha suscitado ciertas dudas acerca de si era o no adecuado para el público al que va dirigido: ¿puede identificar el niño lector estas formas de relacionarse como normales o adecuadas?, o por el contrario, al verse reflejado en muchas de estas experiencias negativas, puede suponer una oportunidad reflexionar sobre formas de actuar que casi todos utilizamos o hemos utilizado en ciertas ocasiones, y que vistas desde fuera resulta evidente son poco respetuosas. Personalmente, al final me he decantado por creer más en la segunda opción; no obstante, no estoy segura de que este acto de toma de conciencia pueda darse en niños pequeños. Por esta razón, es una lectura que, en el caso de primeros lectores, yo haría acompañando a mis hijas.
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