Mi vida de abeja es un libro informativo cuya ilustración es tan luminosa y vibrante que atrae todas las miradas, y una vez abierto, cada una de las imágenes, incluyendo las guardas, te mantiene en esa sensación de asombro.
El texto escueto y sencillo, pero especialmente su cadencia, consiguen hacerte sentir como una abeja; su ritmo frenético, la entrega al trabajo y también el placer ante la llegada de la primavera, el calor del sol y el sabor dulce del néctar.Son estos elementos, la ilustración vibrante y el ritmo que imprime el texto, en los que recae la mayor belleza del libro, y consiguen el objetivo de crear una implicación emocional profunda con estos insectos tan importantes.
Pero…
Sí, muy a mi pesar, porque me encanta el libro, hay un “pero”. Aunque sencillo, se trata de un libro informativo, no de un álbum ilustrado, es decir, aunque sea de una forma muy artística y bella, nos está explicando una parte del ciclo vital de las abejas, y más concretamente, el proceso de elaboración de la miel, y en este sentido la información que nos proporcione debe ajustarse a la realidad. Pues al mostrar los distintos pasos de este proceso, se produce una evidente incoherencia entre el texto, que en todo momento hace referencia al néctar como ingrediente principal, y la ilustración, que muestra claramente como las abejas están manejando los pequeños acúmulos de polen, recogidos en sus patas, para dar como resultado la apreciada miel. También encontramos alguna otra inexactitud en el texto, pero os dejamos que las encontréis vosotros.Bueno, y ahora ¿que hacemos?… Tenemos entre manos un libro informativo precioso, que consigue una verdadera inmersión emocional en el mundo de las abejas y que conecta muy bien con los niños, pero también que contiene una imprecisión importante, y alguna otra menor, en la información que aporta.
Mmmm…, a ver que os parece. Se me ocurre que a l@s que os encante este libro como a mí, cuando lo leáis con vuestr@s peques, les informéis de que hay un pequeño error, y les contéis como se hace la miel realmente, y para qué usan el polen las abejas. Os adjunto una chuleta a continuación:
Las abejas recolectan néctar y polen. Liban néctar y lo almacenan en su “buche”, donde ya comienza una primera transformación. El polen lo transportan en sus patas. En la colmena, ese néctar pasa de la boca de las abejas recolectoras a la boca de las abejas jóvenes, que son las encargadas de mezclarlo con enzimas en su aparato bucal, una y otra vez, hasta formar una miel muy diluida. Esta es almacenan en las celdillas, donde se produce el último paso, una pérdida de agua o deshidratación que ellas favorecen con el batir de sus alas.
¿Y el polen? Pues las abejas llenan algunas celdillas de su colmena con capas sucesivas de polen, miel, polen, miel… y las sellan para que se produzca una fermentación que da lugar al “pan de abejas”, alimento que consumen tanto obreras como larvas (de más de 3 días de edad) como principal aporte de proteínas.Y con esto y un bizcocho… os animo a leer el libro, salir al campo y observar en vivo a estas pequeñuelas.
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