Melvina está harta de que sus padres la consideren demasiado pequeña para tomar decisiones. No tienen en cuenta sus deseos o necesidades y, para más inri, después de una reciente mudanza, han decidido cambiar de residencia nuevamente. Melvina se siente sola. Octavio, su gato, es su único amigo, y por si esto fuera poco, todavía arrastra el duelo por la muerte de sus abuelos.
Este es el comienzo de un cómic nada habitual, y digo nada habitual porque, tras unas pocas páginas, la tristeza y soledad inicial da paso a una historia de aventuras, mundos mágicos y encantamientos. En él, los acontecimientos se sucederán de manera imprevisible, sorprendiéndote en cada página, en ocasiones rallando el absurdo, muy al estilo de Alicia en el País de las maravillas.
Nuestra protagonista se encuentra en una etapa vital importante; el duelo por sus abuelos le ha arrebatado esa inocencia de la niñez, y camina a pasos agigantados hacia la adolescencia. En estos momentos de transición, no entiende cuál es su lugar en el mundo, pero piensa que si fuera mayor todo sería más fácil.
Lo que descubrirá nuestra querida Melvina es que nada de lo que le ha sucedido hasta hoy ha sido casualidad; su vida tiene un propósito desde que nació y ha llegado el momento de conocerlo.
¿Necesitará crecer para conseguirlo?, ¿o quizá solo confiar en sí misma y dejar que las cosas sucedan naturalmente?
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