Podría ser una selección más de cuentos clásicos. Y sería una muy buena selección, dicho sea de paso; algunos cuentos de siempre, por todos conocidos, algunos versionados por Perrault, otros por los Hermanos Grimm y, como no, “La bella y la bestia” de Madame Le prince de Beaumont.

Y todos ellos traducidos requetebién por Luis Alberto Cuenca, que logra adaptar cada una de las historias a un lenguaje asequible a los niños, pero sin perder ese sabor propio de los cuentos de antaño.

Podría ser solo eso, y ya estaría bien, pero resulta que es mucho más; esta edición no solo es un libro sino también un juego, una provocación.

Si observamos las ilustraciones de Elena Odriozola comprobaremos que se han realizado con dos colores, rojo y azul, y que se perciben poco definidas; esto se debe a que tienen truco y vamos a necesitar del visor que viene al final del libro para poder jugar con ellas. El visor está formado por dos rectángulos de papel celofán, uno rojo y otro azul.

Si seguimos las instrucciones, y miramos las ilustraciones primero con el visor azul, comprobamos con sorpresa como los trazos de ese mismo color desaparecen y vemos entonces con claridad los de color rojo. Será toda una sorpresa descubrir como salen a la luz numerosos detalles que no pudimos observar con anterioridad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El visor azul nos muestra el principio del cuento, mientras que el visor rojo nos mostrará el final.

Manipular, observar, descubrir, sorprenderse, elucubrar posibles historias a partir de la imagen inicial y final, e incluso dibujar alguna escena más tras la lectura del cuento, son algunas de las posibilidades que se me ocurren, aunque estoy segura de que a nuestros hijos e hijas se les ocurrirán muchas más. Os aconsejo que si regaláis este libro, lo hagáis junto a un pequeño cuaderno y un lápiz rojo y azul.

 

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