La incertidumbre como oportunidad.

Si algo nos ha traído el coronavirus es la comprobación de que el futuro es incierto, de que no podemos dar nada por sentado… Y aunque es un hecho que ya era así antes, es decir, que nunca hemos tenido la certeza de qué nos depara cada nuevo día, tras esta experiencia colectiva hemos tenido la oportunidad de tomar conciencia de esta realidad.

Pero si de algo tengo certeza es de que los niños se hacen mil preguntas siempre, no desde la angustia, sino desde la más viva curiosidad. Reciben los cambios de manera mucho más abierta, dispuestos a experimentar lo que está por venir; sin duda me parecen los más preparados para asumir situaciones de incertidumbre.

En el libro del que os hablo hoy, ¿Qué puedo esperar?, de Britta Teckentrup, se refleja esta necesidad vital de los niños por entender y experimentar la vida.

Una batería de preguntas, algunas encadenadas con la siguiente, y otras aisladas, sobre muy variados aspectos de la vida, desde muy básicos o simples hasta más complejos o existenciales, se suceden página tras página acompañadas de ilustraciones que invitan a la reflexión. Preguntas, muchas de ellas, de difícil respuesta si, como en el caso de la pequeña protagonista, no se ha vivido lo suficiente.

Desde mi percepción un libro para leer acompañados y compartir momentos de reflexión.

Para el/la adulto/a puede suponer un regreso a esa etapa en la que no nos asustaba lo incierto; comprobaremos que para muchas de esas preguntas ya hemos encontrado respuesta, y para otras quizá no la hallemos nunca. Pero sobre todo nos puede permitir tomar conciencia de que no pasa nada, que hay enigmas sin solución pero que aun así merece la pena pararse a reflexionar sobre ellos para luego continuar viviendo.

Para el/la preadolescente, muchas de las preguntas entran de lleno en esas primeras dudas existenciales y, al mismo tiempo les introduce en un universo de imágenes poéticas, donde ilustración y texto son metáfora de emociones propias de esta edad, a caballo entre la infancia y la madurez.

Si vuestras hijas e hijos son muy peques, probablemente os sorprenderéis con muchas de sus respuestas. Hasta un libro con aspiración a trascendente puede convertirse en humorístico gracias a ellos.

La ilustración, también de Britta Teckentrup, es algo más oscura e intimista que en otras de sus obras; reflexiva, pero sin abandonar el collage como vehículo principal de expresión.

Como sensación final, a mi me queda la de apertura mental; vivamos la incertidumbre como una oportunidad de aprender y vivenciar algo nuevo.


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