«TODOS LLEVAMOS DENTRO LA LLAMADA A LA AVENTURA
Escúchala. Síguela. Y nunca dejes de hacerlo, a donde sea que la vida te lleve».
Imaginad que sois un ilustrador y aventurero, y en un viaje a la amazonia encontráis una vieja caja de metal llena de mapas y cuadernos de un “aventurero desconocido”. Este aventurero misterioso jamás regresó a su campamento así que allí quedaron escondidos hasta que los descubrís.
Se trata de cuadernos de viajes repletos de anotaciones, consejos y dibujos, realizados por un hombre que ha recorrido el mundo y que esperaba poder dejarlos como herencia a dos miembros jóvenes de su familia.
Tras unos meses de trabajo de restauración y organización, recopilas todo su trabajo en un libro al que llamas EL LIBRO DEL AVENTURERO DESCONOCIDO (Notas de su cuaderno perdido)
Este es el contexto con el que el autor nos introduce, con más emoción aun si cabe, a un libro espectacular para aquell@s que gusten de la aventura, la supervivencia… A pesar de lo romántico de la historia, esta no es cierta, pero aún así, el resultado es un magnífico libro que atesora todo el espíritu de las almas viajeras y aventureras, y que, en realidad, está inspirado en las vivencias y anécdotas de algunos de los familiares del autor y en su infancia, muy ligada a la naturaleza.
Encontraremos todo tipo de listados para organizar un viaje, y un gran número de buenos consejos, así como muchísima información práctica para habitar, vivir o sobrevivir (según se mire) en la naturaleza. Combina a la perfección ilustración y texto, resultando un manual excelente como tal, y a su vez, un libro hermoso para perderse en él.
Las ilustraciones en tonos fríos, con predominio del azul, son minuciosas, realistas y con gran nivel de detalle, ideales para acompañar a los textos. Me han encantado aquellas a doble página que dedica a paisajes o curiosidades vividas, pues trasmiten la emoción de quien se siente admirado ante la grandiosidad de la naturaleza.
El libro aclara al principio que muchas de las actividades que propone son peligrosas, y que deben ser tuteladas por un adulto, y es cierto, aunque confiando en el sentido común de los niños, del que hacen más uso que los adultos incluso, yo no me preocuparía demasiado. Por mi parte os animo a experimentar algunas de las propuestas, aunque sea en el jardín de tu casa o en el bosquecillo más cercano; las grandes aventuras pueden estar esperándonos a la vuelta de la esquina.
Construir una cabaña, aprender algunos nudos, dormir al raso una noche de verano viendo las estrellas… son experiencias que os recomiendo compartir con vuestros peques.
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