“Mi abuelo tenía un hotel” es la última novela ganadora del premio Anaya 2020.
Daniel Nesquens, su autor, nos ofrece un libro de recuerdos, los recuerdos de un nieto sobre sus abuelos, una pareja enamorada y el hotel que regentaban.
Un hotel es una caja de sorpresas, y el de esta novela todavía más. Cada cliente es peculiar, estrambótico, original y las historias que acontecen en torno a ellos se tornan absurdas y desternillantes. Pero a pesar de sus rarezas, los clientes siempre son recibidos con la mayor amabilidad, pues el Hotel “Eloísa” es un hotel “de los de antes”, con trato exquisito y ambiente familiar.
La voz del nieto, que hace las veces de narrador, nos habla de las anécdotas que le contaba el abuelo, ahora enfermo en la cama del hospital. El libro es un esfuerzo por recuperar la memoria de toda una vida, por eso al final de cada capítulo hay un pequeño poema, apenas unos versos que su abuelo solía escribir cuando no tenía clientes.
Ha sido un placer leer esta novela, cada capítulo podría leerse como un relato corto e independiente, esto hace la lectura muy ligera y rápida. Pero no por ello supongáis que es sencillo, cada historia destila humor y juega de manera maravillosa con el absurdo. Casi, casi diría que es como una bolsa de caramelos, pequeños, dulces y de sabor concentrado, cuando comienzas no puedes parar, es adictivo. Esperas la sorpresa del nuevo cliente y la siguiente situación absurda que sabes está al caer.
La ilustración de Bea Enriquez es fantástica, trazos simples pero muy expresivos. Increíble la emoción que trasmiten las miradas, las posturas corporales, las sonrisas… Sin lugar a duda no son mero relleno, aportan y enriquecen.
El desenlace es redondo, cierra perfectamente toda la trama dotándolo de calidez y humanidad. Una maravilla.
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