Apabullante es el adjetivo que me surge para describir este libro informativo.

Aun sin leer una sola de sus palabras la sensación de belleza e inmensidad te inunda, bueno, al menos a mí. Y es con ese sentimiento con el que se comienzan a leer unas páginas cuya finalidad es que tomemos conciencia, a través del asombro, de la importancia de las plantas, un reino indispensable para la vida en la tierra hasta un punto que probablemente desconocemos.

Pero no por presentarnos un estilo gráfico potente el libro olvida su parte más científica, todo lo contrario. Si algo tiene esta edición es que la información es abundante, actualizada y, sobre todo, muy bien ordenada.

Los textos están plagados de datos curiosos y sorprendentes, muchos de los cuales eran desconocidos para mí, así que me ha encantado poder “alucinar” con un libro tanto como lo hacen l@s peques.

Las dos primeras partes del libro están destinadas a describir el reino Plantae. Así se verán conceptos típicos como qué es una planta, sus partes, las células vegetales y la fotosíntesis, las partes de una flor, etc…

Pero avanza todavía más, y nos habla de las plantas como reino, de su evolución o sus adaptaciones. Este hecho, el de situar a las plantas como entes dentro de un ecosistema y de un reino, y no solo como seres individuales, aporta una visión holística de la naturaleza. Las plantas son importantísimas, y forman parte de un todo.

Las dos partes siguientes son más interesantes, si cabe, y es que nos acercan el mundo de las plantas a la realidad del día a día de los niños. Y es que no solo comemos plantas, también nos vestimos con ellas, construimos innumerables objetos, ¡incluso muchos tipos de casas! Las plantas también nos ayudan en la prevención de enfermedades y, en muchas ocasiones, son fuente de curación. Y así un largo etc. del que tomamos conciencia al leer este libro.

Pero como todo no se aprende leyendo, y no hay mejor forma de comprender que a través de la experiencia, el libro nos propone, cada ciertas páginas y bajo el epígrafe “Hazlo tú”, algún experimento o actividad divertida, sencilla e interesante, enriqueciendo así la experiencia de lectura.

 

 

 

Y aquí va mi propuesta viva y activa:

“UN JARDÍN ETERNO”

Un Jardín eterno es en realidad un pequeño ecosistema que una vez cerrado se autoabastece y no requiere, en principio, de demasiados cuidados. Siento que la foto desmerece el resultado final, ha quedado precioso pero no consigo sacar una buena foto ¡Lo siento!

Al realizar un jardín eterno, podemos trabajar muchísimos aspectos:

 

    • El ciclo del agua y la evapotranspiración de las plantas: Se observa cómo el cristal se empaña por la evapotranspiración, y como esas gotitas luego se deslizan y caen de nuevo a la tierra.
    • El ecosistema: Hemos creado un ecosistema, con sus partes físicas: grava, tierra, atmósfera, y sus partes biológicas: musgo y un gran número de seres microscópicos que lo habitan. El único factor externo será la luz solar, así que debemos pensar bien dónde situarlo.
    • La formación de la tierra y el suelo: Reproducimos a grandes rasgos la formación de la tierra, con una base más sólida, como la roca madre, una capa de grava, otra de tierra y finalmente la capa más fina y llena de vida que sustenta la vida.
    • Aspectos puramente artísticos: Los jardines tienen una gran belleza, debemos meditar antes la disposición de piedras y figuras, la combinación de colores; saber claramente qué paisaje queremos representar.
    • Es una actividad que se realiza con las manos, el niño toca elementos naturales, los mira, los huele y los asocia a una realidad que trata de reproducir a pequeña escala.
    • Y si además disponéis de un microscopio óptico sencillo, les podéis hablar de la vida microscópica, sin demasiado esfuerzo podéis ver cosas como la que os muestro en las imágenes.

El paso a paso:

Realizar un jardín eterno es sencillo, necesitas poco materiales y todos los encuentras en cualquier gran superficie.

  1. Un frasco de cristal con tapa que cierre herméticamente, si los niños son muy peques, mejor de boca ancha, que les quepan las manitas.
  2. Los materiales que formarán «el suelo», y que dispondremos uno sobre otro de la siguiente manera: Una capa de grava volcánica , una pequeña malla, un poco de carbón activado (sirve el que se usa como filtro para las peceras y ayuda a mantener el ecosistema libre de hongos), un poco de sustrato universal y finalmente la pequeña capa de tierra que lleva adherido el musgo.
  3. Agua mineral y una jeringa para realizar un único riego antes de cerrar el frasco.
  4. Unas piedras o figuritas para decorar.

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