La Terrorífica historia de Chiquitina nos embarca en un clásico relato de fantasmas, sin edulcorar, con momentos de tensión atenuados con golpes de humor. Está ampliamente ilustrado, ofreciendo un buen apoyo visual a los primeros lectores.
Nos sorprenderá comprobar, mientras leemos la historia, que lo verdaderamente terrorífico de la misma no son los fantasmas. La auténtica amenaza para Chiquitina se sienta en el pupitre de al lado, le da clases en la pizarra o la acuesta por las noches.
El libro aborda de manera muy original el problema del bullying, o, afinando más, el de la violencia oculta, esa que no se ve, porque generalmente no deja marcas físicas, pero que hiere el alma y te convierte en un ser pequeño, indefenso, al que todos pueden pisar.
Desde mi sentir, el mensaje más importante que trasmite la novela es que todos los niños están necesitados de presencia y amor incondicional por parte del adulto.
Chiquitina no encontró ese amor que tanto necesitaba, para dejar de ser tan “chiquitina”, en su familia ni en sus profesores, ni siquiera en sus compañeros, pero sí lo halló en los fantasmas; por eso la historia, a su manera, tiene un final feliz, y Chiquitina cumple su sueño: saltar en el cuarto de las colchonetas mientras come galletas con forma de letras.
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