Los nueve pilares de Japón para una vida centenaria con sentido
Hay muchas formas en las que la vida te ofrece mil y una posibilidades para aprender. A Marcos Cartagena, el autor, le ocurrió que un día Japón se le metió entre ceja y ceja, o más bien le atravesó el cráneo y llegó a esa parte del cerebro más emocional que llamamos límbico. Y debo deciros, que de ahí las cosas ya no salen, se aferran a tus sentimientos y pueden, si les dejas, ser guía de tus pasos siempre. En nuestra mano está seguirlos o tratar de olvidarlos bajo el pesado manto que impone la razón: Japón está muy lejos ¿qué se te ha perdido allí?, mejor centrarse en acabar la carrera, lo que necesitas es preparar una oposición que te asegure el futuro…
Podríamos usar la manida frase de «Marcos se fue siendo un niño y volvió hecho un hombre» para trasmitirnos su saber a través de un libro. Esto no sería del todo cierto, lo que sí podemos decir después de leer su libro es que Marcos se llevó a Japón grandes dosis de ilusión, mucha inocencia y otro tanto de tesón, y regresó empapado de una cultura que le aportó grandes enseñanzas y que definió gran parte de lo que iba a ser su entrada en el mundo adulto.
El Sistema Hanasaki es, por encima de todo, el relato de un viaje iniciático de un joven en busca de si mismo.
Poder acompañar con la lectura, paso a paso, las vivencias que han fundamentado el crecimiento personal del autor, que le han ayudado a conocer su «Ikigai» (esa razón por la que nos levantamos cada mañana y que vertebra en lo más profundo toda nuestra existencia) es un placer que en ocasiones roza la intimidad que podría darse entre los buenos amigos.
El acto hermoso del autor que se entrega al lector desde lo más intimo y de manera inocente, pues creo que no ha sido un acto premeditado, es lo que hace que El Sistema Hanasaki sea algo más que un libro de crecimiento personal.
Pero como no deja de estar dentro de un género, y haciéndome eco del gran prólogo de Sergio Fernández, El Sistema Hanasaki nos ofrece un camino que todos deberíamos, a nuestro ritmo y hasta donde nos sea posible, recorrer. No obviemos lo obvio, pues nos perderemos la belleza de lo sencillo y auténtico.
No obstante, creo que este libro puede leerse además por otros muchos motivos: porque habla de una experiencia personal, porque habla de viajes, porque te acerca la cultura japonesa, porque es a ratos divertidos, a ratos triste, porque está hecho con bondad, porque elijas el motivo que elijas, la experiencia vital de Marcos podría ayudarte…
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